viernes, 6 de julio de 2012

Frida

Hace 105 años nació en Coyoacán, Ciudad de México la destacada pintora de origen húngaro, Frida Kahlo.



"PARA QUE QUIERO PIES PARA ANDAR, SÍ TENGO ALAS PARA VOLAR"

Frida Kahlo.

lunes, 23 de abril de 2012

23 de Abril





¿A qué huelen las páginas del primer libro que leímos?
¿Qué recordamos después de leer un libro?

Son sensaciones difíciles de describir, muy íntimas y distintas en cada uno.
Aún recuerdo el primer libro que leí, Viaje al centro de la tierra, de Julio Verne. He perdido la cuenta de las veces que he vuelto a él, a recorrer las primeras palabras con las mismas ganas de la vez primera.

Hay unas palabras de Javier Reverte que define muy bien la literatura: "La literatura, tiene algo de redentora, es quien nutre el alma de fe en la libertad y la justicia Ninguna ideología, ninguna religión, ni siquiera el mejor de los sistemas políticos, pueden usurpar a la literatura su hegemonía liberadora. Porque a menudo abre paso a los hombres, caminos impensados por donde escapar del caos, del horror, del desánimo."

Los libros nos acompañan toda nuestra vida, hacen que nuestra rutina se transforme por unas horas en una magia que llena la mente, la imaginación y el alma.

La literatura nos hace viajar en el tiempo, nos muestra lugares y culturas lejanas, descubrimos la fantasía de mundos llenos de princesas, caballeros, hadas, grandes reyes, nos hace percibir el miedo, la tristeza, la desgracia, la felicidad, el desencanto...Y nos enseña a ver más que palabras, que frases ordenadas en una buena historia, podemos sentir a través de ellas, de los pensamientos del autor, de lo que sientes sus personajes, que poco a poco los vamos haciendo nuestros, abriendo la mente más allá de nuestro mundo.

La lectura produce placer, un placer más allá de los sentidos, el desasosiego de acabar un libro, los minutos que pasan hasta que volvemos a la realidad, pero se vuelve con algo nuevo, con un brillo en la mirada, de aquellos que hemos descubierto un tesoro, una conexión especial con el libro, como si parte de nosotros también se quedara con él al cerrarlo, esperando sin tiempo, hasta que aparezca el próximo en descubrirlo.

Feliz día del Libro!!!

sábado, 14 de abril de 2012

Mucho más que un beso





 Aquel retrato se hizo allí mismo, ante el Ayuntamiento de la capital francesa hace más de medio siglo.  El retrato de Doisneau fue el protagonista de la campaña para los Juegos Olímpicos 2012 de París. Es un emblema, y Doisneau, otro. Una cincuentena de escuelas llevan su nombre en Francia. Se le han dedicado más de un centenar de libros y varias películas. Su obra adorna millones de tarjetas postales, de agendas y calendarios, y del cartel de El beso se han vendido más de 500.000 ejemplares en todo el mundo. Doisneau llevó bien esta popularidad tardía: "Todo antes que la indiferencia, solía decir.
La doisneaumanía alcanza también a los originales de sus fotos. En la galería Claude Bernard, de París, sus fotografías oscilan entre 6.000 y 8.500 euros, excepto El beso, que alcanza los 25.000 euros. Algo insospechado para un Doisneau que vivió modestamente, en su apartamento de siempre, en Montrouge, en las afueras de París, desde 1937 hasta su muerte, entre sus negativos, mientras el mundo que captaba se extinguía lentamente. Porque en la vida de Doisneau, la fotografía lo era todo, las veinticuatro horas del día.
 
Robert Doisneau (Gentilly, 1912 - París, 1994) fue durante seis décadas un pescador en las aguas tranquilas de la gran ciudad inamovible. Pacientemente esperaba el milagro. "Yo no he visto pasar el tiempo, estaba demasiado ocupado en el espectáculo permanente y gratuito que me ofrecían mis contemporáneos en cuanto se presentaba la ocasión de capturar una imagen al pasar, afirmaba quien tenía a gala atrapar "los gestos corrientes, de gente corriente, en situaciones corrientes. Doisneau nunca ridiculizó a quien fotografiaba. Su mirada captaba lo mejor, la ternura, la sonrisa. Fue ante todo un hombre bueno, que hizo de su pasión por atrapar la vida, un arte. Su timidez fue la clave de su éxito. Como temía acercarse a la gente, Doisneau renunciaba a los primeros planos. "En mis imágenes procuro encontrar en los personajes un espacio interior por donde corra el aire; es lo que en definitiva le da la vida a una fotografía.
"La fotografía es la mirada. O se tiene o no se tiene, aseguraba el también fotógrafo Willy Ronis. Doisneau la tenía sin duda alguna. El ojo de Doisneau logró algunas de las más bellas páginas de la historia de la fotografía. Entre ellas, su inevitable Beso, de 1950, una narración visual con una fuerte carga simbólica: el beso de dos amantes representaba la esperanza de futuro de unos jóvenes en una Europa traumatizada tras la II Guerra Mundial.
Aprendió fotografía leyendo las instrucciones de las cajas de emulsiones para revelar. Sus comienzos como grabador le llevaron a trabajar a los 18 años con André Vigneau, un artista que lo fue todo para él: "Cuando yo empecé, nadie conocía a nadie. No había revistas que difundieran la obra de los fotógrafos más interesantes. Por eso, la única persona que me influyó fue Vigneau. Era formidable: escultor, pintor, fotógrafo (El País Semanal, 1991). Posteriormente fue fotógrafo industrial y de publicidad en la factoría de Renault, de donde fue despedido por "sus escasas apariciones en el trabajo, seguidas de largas ausencias. Las calles de París tiraban de él y los días eran demasiado cortos como para encerrarse en aquella fábrica: "Desobedecer me parecía una función vital y no me privé de hacerlo.
En 1939 se alistó en la Resistencia francesa y sus fotografías sobre la ocupación y liberación de París dieron la vuelta al mundo. Terminada la guerra, trabaja junto con Cartier-Bresson y Capa. Se integra luego de por vida en la agencia de Charles Rado, Rapho. Fue un pionero en el arte de fotografiar a los personajes en sus lugares cotidianos: Giacometti, Sartre, Camus, Cocteau, Orson Welles, Juliette Gréco "Mi foto es la del mundo tal como deseo que sea.
En 1950, la revista Life encarga a la agencia Rapho un reportaje sobre los amantes de París. De ahí saldrá la serie Besos, y su obra más significativa, El beso del Hôtel de Ville. Un año después, Doisneau expone sus fotos en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, MOMA. Luego, durante años, su obra pasará inadvertida. Los años sesenta no son buenos para la fotografía. La prensa se aleja de la instantánea humanista y llega una nueva generación de fotógrafos que nada tienen que ver con los anteriores. En los ochenta, el mito Doisneau resurge y su obra conoce un éxito arrollador en todo el mundo. Sin embargo, París y los parisienses han cambiado. "Los fotógrafos se han convertido en algo sospechoso, dice, "la magia se ha roto.
En 1993 su Beso fue llevado a juicio. Una pareja afirmaba haberse reconocido en la imagen y reclamaban su porción del pastel. Hasta ese momento, Doisneau hizo creer que aquella era una instantánea improvisada, pero cuando empezaron a aparecer mujeres y hombres asegurando ser los amantes de la obra y planteando demandas de derecho de imagen, aquella mentira no pudo mantenerse. Françoise Bornet, la real protagonista de la foto junto a su novio de entonces, Jacques Carteaud, decidió descubrir su secreto y vendió la copia de su foto que le regaló Doisneau a un coleccionista suizo que pagó por ella 155.000 euros. Doisneau se fijo en la pareja mientras tonteaban en un café y les propuso posar para él: "No es una foto fea, pero se nota que es fruto de una puesta en escena, que se besan para mi cámara, reconocería más tarde.
El 25 de septiembre de 1993, Doisneau tomó su última foto. El 1 de abril de 1994, a la edad de 81 años, morirá dejando un legado fabuloso, más de 450.000 negativos, que sus hijas Francine y Annette cuidan celosamente. Y dicen que no pasa un día sin que una foto del gran Doisneau aparezca publicada en algún lugar del mundo.

14 DE ABRIL




“Que mi nombre no se borre de la historia”. Esta fue la última frase que escribió Julia Conesa, una modista de 19 años, que fue fusilada junto a 55 compañeros, 43 hombres y 12 mujeres de las Juventudes Socialistas Unificadas de Madrid, el 5 de agosto de 1939 en las tapias de la vergüenza, las tristemente célebres tapias del cementerio del este, donde el régimen franquista ejecutó a casi 3000 republicanos entre 1939 y 1944.

“Tened en cuenta que no muero por criminal ni ladrona, sino por una idea”. Eso nos pidió Dionisia Manzanero, otra de las 13 Rosas y eso es lo que le debemos a ambas y a todos quienes como ellas dieron la vida por nosotros, por la Justicia, por el Progreso, por la Democracia y por el Futuro de este país. Eso es lo que le seguimos debiendo a la mejor generación de españoles que ha existido jamás, una generación, la vuestra con la que España mantiene una deuda eterna y eternamente pendiente.
Nosotros somos la historia a la que se confió Julia Conesa, nosotros somos el fruto de vuestra fe, de vuestra lucha, de la ejemplar dignidad con la que afrontasteis la traición y la derrota. Y nosotros estamos hoy aquí para daros las gracias por ser lo que sois. Estamos aquí para recordar y para recordárselo a otros, para afirmar que ya va siendo hora de que la historia se ponga a la altura de sus protagonistas, para que acabemos de una vez y para siempre con las turbias sospechas que empañan sin justificación alguna la imprescindible tradición del republicanismo español, para que se deje de llamar Nacional al ejército golpista, para que se reconozca que el único ejército Nacional que combatió en la Guerra Civil fue el que defendía la República legalmente constituida, y para que se deje de aplicar la tramposa ley del 50%, para que se deje de decir que los dos bandos hicieron cosas horribles hablando de lo que sucedió en este país por la exclusiva y absoluta responsabilidad  de Francisco Franco y de quienes secundaron su rebelión.
Porque la Segunda República española no se merece la memoria de edificios en llamas, de descontrol y de rapiña que fijaron sus verdugos y que seguimos tolerando todos, y porque sólo cuando se recuerde lo que significó de verdad aquel proyecto que asombró al mundo, que derramó luz y justicia sobre un pueblo que nunca había sabido lo que era vivir con Dignidad y vivir con Libertad y que situó a España por 1ª y única vez en muchos siglos a la cabeza del progreso de las naciones. Sólo cuando eso ocurra podremos miraros a los ojos sin avergonzarnos.
Ningún monumento brilla tanto como la Verdad, ningún homenaje es más justo que la limpia reivindicación de la Memoria.

LUCHADORES Y LUCHADORAS POR LA LIBERTAD, HIJOS E HIJAS DE LA REPÚBLICA, GRACIAS DE CORAZÓN POR PORTAR MI BANDERA TRICOLOR, POR SER NUESTRA RESERVA MORAL, POR ENSEÑARNOS A SER HOMBRES Y MUJERES DECENTES, POR ENSEÑÁRNOS QUE LA ÚNICA LUCHA QUE SE PIERDE ES LA QUE SE ABANDONA, POR MANTENER VIVA LA LLAMA DE LA MEMORIA, LA MEMORIA DE ESA 3ª REPÚBLICA QUE ESTÁ POR VENIR.


A.G

miércoles, 11 de abril de 2012

Quimeras




Cada vez que pienso en ti,
pienso en una quimera imposible.
Me envuelven los recuerdos
de días pasados,
días felices estando a tu lado.

Y ahora tan lejos...

No sé cómo hacer
para seguir con mi vida
sin que se me note la amargura
que ha dejado tu ausencia.
Tu olor en mi ropa,
tu silueta en la cama,
el vacío en mi alma...

Se me corta la respiración
cuando te veo a lo lejos,
y tú no me ves.
Nunca me has visto.

jueves, 22 de marzo de 2012

Tic, tac.















Tic, tac.
El frío metal
me abrasa la mano,
 el miedo hace temblar
todo mi cuerpo.
A pesar de todo el acero
 logra acariciar la carne,
cerca de la muñeca
roza y clava su punta
hasta notar brotar
la calidez de la sangre.
Después como un ritual,
corta en la otra muñeca
y, así lenta, en silencio
comienza la nada,
goteando cada gota de vida
que cae en las valdosas
del pulcro baño.
Tic, tac.
Ya no hay miedo.

martes, 20 de marzo de 2012

Santa Locura

Fue en una calurosa tarde de agosto. Después de pasear por las empedradas calles nos guarnecimos del sol en una bella cafetería, a partir de ese día, siempre será nuestra santa locura. En un ambiente años 50, con la banda sonora de nuestras vidas como fondo, y un té de sabor exótico, nos cogimos de la mano. En un momento sentí que tus labios rozaban dulcemente los míos. Se entrecortó mi respiración y tu rostro dibujó una sonrisa tímida y nerviosa. Paseamos de la mano junto al río, parándonos cada poco a  abrazarnos y besarnos. Y vimos el atardecer a través de los ojos del puente.



miércoles, 7 de marzo de 2012

Enamórate y grita

Apasiónate, mujer, cuando eres niña.
En la cuna. En tus juegos.
Apasiónate, mujer, cuanto revienten los 15 años
cuando ríes, y si... escuchas.
Apasiónate, mujer, entre esos 18 y esos 20
cuanto alegre te enamoras.

Apasiónate, mujer, y enamora siempre.
Enamórate, mujer, en cualquier tiempo.
Enamórate, mujer, de ti y de la vida.
Enamórate, mujer, de tu trabajo y con tu trabajo.
Apasiona y enamora a cada paso.
Y a cada paso, mujer, "grita".

¡Grita al nacer!
Grita a los 15, a los 18 y a los 20.
Grita siempre, enamórate de ti o de otro.
¡Grita siempre mujer!
¡Grita!
Que sepa el mundo que te apasionas, que te enamoras.


Iluminada Ramos Ramos.

A todas las mujeres del mundo.

Una flor en la desolación

 
 
 
En el Día Internacional de la Mujer queremos recordar la figura de una mujer íntegra de pies a cabeza que luchó hasta su último aliento contra el fascismo: Matilde Landa.
De todas las historias de la Guerra Civil y de la interminable posguerra, la de Matilde Landa es una de las más impresionantes y desgarradoras. Y es que esta mujer, a la que el poeta Miguel Hernández dedicó un emocionante poema y más recientemente el grupo de rock Barricada ha dedicado una canción en su disco La tierra está sorda,  vivió su militancia política con una coherencia y una dignidad que, aún hoy, cuando ya han transcurrido siete décadas desde aquellos trágicos acontecimientos, nos estremece hasta la médula.
Matilde Landa Vaz había nacido en Badajoz el 24 de junio de 1904, en el seno de una familia pudiente, republicana, laica, librepensadora, en la que se potenciaba la educación y la cultura por encima de cualquier otro aspecto. Su padre, Rubén Landa Coronado, un importante abogado extremeño republicano, y su madre, Jacinta Vaz Toscano, contrajeron matrimonio por lo civil, algo insólito para la época. La pequeña Matilde creció felizmente rodeada de sus tres hermanos, Aída, Rubén y Jacinta, y dedicando la mayor parte de su tiempo a estudiar, a leer y a observar la naturaleza. En este ambiente familiar culto y librepensador empieza a tener contacto con las ideas izquierdistas que más tarde desarrollaría plenamente. En 1923, la joven Matilde se traslada a Madrid para iniciar sus estudios de Ciencias Naturales en la universidad, algo poco común entre las jóvenes de la época, que básicamente se preparaban para casarse y ser amas de casa.
Con la llegada del régimen republicano, Matilde toma plena conciencia de las injusticias sociales, sobre todo las que tienen que ver con las mujeres, y decide trabajar de manera activa para aportar su granito de arena en la construcción de un mundo más justo, más solidario, en el que las desigualdades de clase y de género queden sepultadas para siempre en el olvido. En los primeros meses de 1936, Madrid es una ciudad sumida totalmente en un clima prebélico. En este contexto histórico, Matilde se afilia al PCE, que poco a poco, va ganando simpatizantes, sobre todo muchas mujeres que se sienten atraídas por la fuerza y el magnetismo de una oradora extraordinaria, Dolores Ibárruri, Pasionaria.
Cuando estalla la guerra, Matilde se pone al servicio de su partido y de la República. Durante los tres años que dura el conflicto trabaja como enfermera y como oradora para el Ministerio de Propaganda, recorriendo la España republicana, arengando a los combatientes, dando conferencias para tratar de infundir ánimo en la defenestrada moral de la retaguardia, prestando su ayuda allá donde sea necesaria. 
En los meses que siguen al final de la guerra, la ciudad es un hervidero de detenciones, de torturas y de fusilamientos al amanecer.  Matilde es detenida el día 4 de abril de 1939 y en días sucesivos es sometida a diferentes interrogatorios, con las consiguientes torturas. El día 26 de septiembre, Matilde es trasladada a la Cárcel de Mujeres de Ventas. Para esta época, Matilde ya es una mujer casada y madre de una hija, Carmen. Pero esto no impide que sea condenada a pena de muerte, castigo que, finalmente, será conmutado por el de 30 años de prisión, algo que no ocurría casi nunca. Y será en el penal de Ventas donde se empiece a fraguar la leyenda de esta mujer. Organiza, junto con otras presas, la “oficina de penadas”, un comité de ayuda a presas condenadas a la pena máxima que, en medio de tanta desolación y dolor, trata de ofrecer una pizca de solidaridad y fraternidad entre las presas republicanas. Pronto se convierte en un pilar fundamental en el que se sustentan las demás mujeres. Las autoridades de la prisión se dan cuenta de la gran influencia que Matilde ejerce entre sus compañeras de prisión y deciden trasladarla a otra cárcel. De esta manera, en 1940, ingresa en la prisión de mujeres de Palma de Mallorca, un penal masificado, donde el hambre, el miedo, las enfermedades de todo tipo y los piojos hacen estragos. Pero nada de esto arredra a Matilde, la única presa en toda la prisión con estudios universitarios, que sigue ayudando como puede a sus compañeras. Desde la cárcel, siempre que tiene ocasión, escribe a su pequeña Carmen, que ha conseguido salir de España y vive junto con sus tíos en México. En una de estas cartas, le pide a la pequeña niña que no se olvide nunca de los niños que han tenido menos suerte que ella. En otra, le dice que en la situación en la que se encuentra, lo que más echa de menos es el campo y poder escuchar  música de Beethoven.
La prisión de Palma estaba regentada con mano de hierro por las Hermanas de la Santa Cruz, quienes intentaban por todos los medios que las presas que no habían sido bautizadas se convirtieran al catolicismo. Muy pronto Matilde, que desde pequeña había vivido en un ambiente familiar laico, se convirtió en el principal objetivo de las monjas, siendo sometida a una gran presión, pues si lograban que ella abrazara la fe católica, conseguirían una gran victoria propagandística. Las monjas lo intentaron de todas las maneras posibles, mediante castigos y usando la persuasión, pero nada consiguió doblegar la extraordinaria fuerza interior de Matilde. El bautizo estaba previsto para el día 26 de septiembre de 1942, justo cuando se cumplía el tercer aniversario de su entrada en prisión y a él asistirían el obispo de Palma y el gobernador civil. No obstante, un rato antes de que tuviera lugar semejante atropello, Matilde decidió poner fin a su vida lanzándose al vacío desde una galería de la prisión. Su agonía duró casi una hora, tiempo suficiente para que se le administrara el sacramento del bautismo in artículo mortis. Tras su muerte, en su celda se hallaron algunos libros de poemas, entre ellos uno de Santa Teresa de Jesús. 

miércoles, 29 de febrero de 2012

NADA, de Carmen Laforet




«Me marchaba ahora sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. De la casa de la calle Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces».

Cómo explicar mi admiración hacia Carmen Laforet. Quizá porque escribió Nada con tan sólo 23 años, o que me siento cómplice de Andrea, o simplemente porque quedé atrapada en las paredes del piso de la calle Aribau.

El libro comienza con un viaje en tren. Andrea, una joven de 18 años, rebelde con sueños e ideales pretende hacerlos realidad en una Barcelona terminada la Guerra Civil, donde comenzará sus estudios en la facultad.
Su existencia, así como su personalidad cambiarán al conocer a los habitantes del piso de su abuela, en la calle Aribau, en el que además de esta viven: su tía Angustias (una mujer fría, envidiosa, que muestra cierto grado de lesbianismo al tratar a Andrea y que acabará recluida en un convento), sus tíos Román y Juan dos hermanos destruidos por la guerra y resentidos con la situación actual.
 Y la mujer de Juan, Gloria, un personaje tan vulnerable, tan infantil…En ciertos momentos parece que habla su parte más adulta, pero otras se limita a hacer comentarios carentes de racionalidad.
Son unos personajes tan reales, que podemos verlos, sentirlos y enamorarnos de cada uno de ellos.
El ambiente en esa casa es asfixiante, lleno de cosas viejas, maloliente, con continuas discusiones, en el que describe los malos tratos de Juan a Gloria, la comprensión de la abuela, y ese artista atormentado que es Román, ese personaje que atrae por su profundo misterio, sus secretos, que vive en el ático del que desaparece durante largas temporadas y nadie sabe a donde va. En ese microcosmos, a alguno de los personajes se le pregunta qué le pasa, qué piensa, qué siente, con frecuencia se obtiene la misma respuesta “nada”.
No es de extrañar que Andrea no soportara esta situación y buscara en la universidad una vía de escape, donde encuentra a Ena (que también se enamorará de Román) y a su familia, de la que formará parte de alguna manera. Es un sentimiento de admiración y le gustaría ser como ella pero en lugar de eso se conforma con la oscuridad de su casa que cada vez odia más. Personaje crucial para entender la historia es la madre de Ena que le confiesa a Andrea su aventura con Román.

Es una lectura que nos transporta a esa Barcelona gris acabada la Guerra Civil, paseamos por sus oscuras calles, estrechos callejones, soñamos con la magia del barrio chino con personajes grotescos…

El sentimiento de desilusión se hace presente en toda la novela. Nos transmite una sensación de vacío, de individualismo, cada personaje mira para sí mismo.

Andrea representa a un alma viva, joven que lucha con entusiasmo por salvarse y salvar a otros de esa confusión que es vivir. Se marcha de Barcelona después de un fatídico e inesperado final con la sensación de no llevarse nada, pero en el fondo ella sabe que todo en ella ha cambiado.

«Me parecía que de nada vale correr si siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra personalidad. Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida».

viernes, 3 de febrero de 2012

Mañanas

Mañanas de versos amargos,
de noches eternas
de eternos vacíos esperando
tus besos,
de cuerpos innertes
y lágrimas vivas.

Mañanas que se hacen tardes
para recibir el hastío
de otro día sin verte.

miércoles, 25 de enero de 2012

Lo nunca dicho



En el cafetín de la plaza, se encuentra como todas las tardes al caer el sol, un escritor.
Se sienta en una esquina, al lado de la tenue luz de la lámpara.
Pide un café solo, bien cargado para despertar sus sentidos.
Sus manos cansadas con las marcas de los años tatuadas en su piel, abren su bolso, en el que porta una colección de hojas con las que terminará su novela.
A veces tarda en escribir y se queda quieto, esperando que la mano de Calíope le acaricie y vuelva a él la inspiración.
Quizá sea esta su última novela, sabe que poco le queda ya por escribir. Ha sido el libro más complejo de su trayectoria, será porque escribe de sí mismo, cosa que nunca ha hecho. Siempre se ha escondido en personajes difuminados, en un segundo plano como observando las escenas que se sucedían a su alrededor.
Escribir desde tan adentro lo deja agotado. Empezó este libro después de abrir un sobre, con una esquela dentro.
En ese instante él también murió un poco.
La historia más difícil es la que nos ocultamos a nosotros mismos. La que va haciendo un poso de amargura en el estómago.
Su vida reducida a una esquela con nombre de mujer. La mujer que amó siempre desde el silencio, desde el más triste anonimato.
La conoció muy joven, llena de inquietudes, de ideas feministas, y a la vez una enamorada de las novelas románticas.
La vio hacerse mujer y con ello, el deseo de estar a su lado, de ser su amigo y compañero. Lástima que nunca se acerco a ella.
La vio enamorarse de otro, casarse de blanco, como él tantas veces la había vislumbrado en sus sueños.
Vio como los surcos de la edad marcaban su frente.
Y un día de invierno, ella se apagó para siempre.

Por eso él escribe ahora lo que quiso decirle y nunca le dijo.
Le habla a una tumba de piedra, llena de flores silvestres, y a veces siente que ella le contesta, que asiente en el silencio, como si no se hubiese ido del todo, como si quedará algo de ella que no quiere dejarlo solo.

Levanta la vista del papel y mira otra vez la realidad, el café vacío, la oscuridad que llena la calle.... La pluma escribe en el inferior de la hoja: FIN.

viernes, 20 de enero de 2012

Villa Allegra





Mi casa se llama Villa Allegra. Está en un pueblecito al sur de Italia. Me gusta despertarme cada mañana y abrir la ventana de mi cuarto, hasta sentir el frío del alba sobre mi piel aún dormida. Es una casa enorme llena de trastos antiguos. La mayor parte del tiempo lo paso en la biblioteca, descubriendo volúmenes enormes y pasando mis dedos sobre sus hojas. En la parte de atrás hay un bello jardín. De noche se pueden ver las estrellas y cuando respiro hondo percibo el olor a pino y eucalipto que embargan mis sentidos. A veces me quedo allí sentada debajo de un árbol durante mucho rato, hasta que soy capaz de escuchar el rumor de las hojas cuando sopla el aire. Desde fuera parece una casa extraña, hecha de retales y remendada por todas las esquinas, pero su interior es como un pequeño palacio que alberga grandes secretos, retratos antiguos de gente que no conozco, estatuas de bellas mujeres… Mi casa es como yo, un misterio por descubrir, diferente a las demás, por eso me gusta tanto.

lunes, 2 de enero de 2012

Soledad




Se levantó en mitad de la noche.
En medio de la oscuridad, solo se escuchaba su respiración. Fue en ese momento, cuando se dio cuenta de que estaba sola, llevaba sola mucho tiempo, pero no se había parado a pensar que cuando pronunciaba su nombre, solo el eco de la oscuridad se lo devolvía.
Llevaba mucho tiempo durmiendo o vagando por las sombras de la oscuridad, sin percatarse de que su alma la había abandonado. Ya no era una persona con sentimientos, era un vacío en medio de una casa desierta.
Un cuerpo muerto, que se alimentaba de la soledad, como una gran bola de nieve.
Ya no habla, ya no escucha, solo espera al lado de la ventana, con los ojos perdidos en el horizonte, esperando que ese hombre que le ha robado todo vuelva a devolverle las ganas de amar y sentir, como la primera vez en aquella plaza desconocida a medianoche, donde ambos se encontraron, y sus almas se unieron, sin remedio, para siempre.