jueves, 22 de diciembre de 2011

TRES



Tres deseos, tres besos, tres caminos diferentes para escoger. Muchos me quiere y no me quiere esparcidos sobre la cama, botellas vacías entre las sábanas. Sobre el escritorio, cartas aún por escribir, esperando ser leídas algún día.
La esperanza se ha escondido detrás del armario. Se han escapado los sueños de los dos, los planes que hicimos juntos, la vida en común....Me he despertado de un sueño y sé que no volverás, me lo silba el viento a través de la ventana. Como a un pájaro al que dejas la puerta abierta de la jaula. Yo te dejé marchar, como mi último gran acto de valentía.
Ahora, pasado el tiempo, vivo en una continúa pesadilla, donde los minutos se hacen horas, donde duermo de día y escribo de noche, cuando ya he agotado todo el alcohol de la botella, cuando doy el último trago y me atraviesa como una daga ardiendo a través de mis entrañas y tengo que ir al lavabo a echar toda la rabia que llevo dentro.
Esas palabras que no me dejan vivir en paz. Que nunca te dije cuando estabas aquí, las oculté bajo de mi melena, esperando que tú las descubrieras en cualquier momento.
Esas palabras que salen de los más hondo, que son sinceras, un te quiero, te necesito a mi lado.
Pero ya es tarde.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Sigo siendo yo
















Todo acabó  el sábado por la noche. Después llegó la nada, el vacío que se instaló en la casa, en mi alma, crecía con rapidez por la ciudad inundándola de una espesa y amarga niebla.
Puede que desde hace tiempo lo esperara, puede que no quisiera verlo.
Terminó con un escueto mensaje de despedida. Mi cuerpo no respondía, mi mente no lo creía. Corrí y corrí hasta llegar a casa. Más vacía que nunca, sólo me recibió el eco de mi respiración agitada. No recuerdo haber encendido la luz, no la necesité para buscarte, para buscar alguna señal que me dijera que no era cierto, que no te habías ido. Recorrí cada habitación, busqué tu ropa en el armario. Nada.
Lo único que encontré fue la casa helada, ni un rastro de ti, ni siquiera tu aroma que me acompañaba siempre.
Después de eso lo recuerdo todo borroso. Días en cama, sin dormir, sin comer, sólo con tu recuerdo que cada vez se hacía más difuso.
Y una mañana, me levanté y me miré al espejo. A esa mujer que había olvidado y que casi no reconocía. Y pensé, a pesar de que no estés, sigo siendo YO, sigo viva sin ti y no me duele. Ahora sólo quiero sentirme libre y VIVIR.